CLUB DE LECTURA

Cronicas de .... 

19 DE ABRIL DE 2016

 

Reseña de la sesión dedicada a EL AÑO DEL DILUVIO de Eduardo Mendoza

 

            La sesión brilló por el debate mismo, porque no hay -al menos no ha habido hasta ahora- obra en ojos de este Club que no haya sido explorada, hendida, desentrañada y enjuiciada, con todas las consecuencias, con toda la responsabilidad, con todo el ánimo crítico. Por lo demás, se peregrinó por entre los perímetros y rutas de la decepción, aunque con paliativos razonables.
La novela no tardó en recibir desdenes o descalificaciones sin... leer más

31 DE MARZO DE 2016

 

Reseña de la sesión dedicada a ANATOMÍA DE UN INSTANTE de Javier Cercas       
Es tres el número mágico de la sesión. Tres cuerdas vibrando al pulso de la emoción, la evocación y la contención -tres sustantivos machacones, rotundos, nobles-. Se repartieron un fascinante y espontáneo juego de tonos sin interferencias ni perjuicios, la partitura venía consolidada de años atrás, exactamente treinta y cinco. Tan exactamente que la reunión se celebraba por los mismos minutos de la tarde en que resonó por entonces en el Congreso aquella voz de caverna y aguardiente. El comentario no se resistió: ¿casualidades?, ¿morbo programador de lecturas?, ¿o acierto?

            El moderador, previsor él, inició la reunión con recuerdo preventivo: el respeto en el .... Leer más

16 FEBRERO DE 2016

 

Reseña de la sesión dedicada a EL CHINO de Henning Mankell

 Una cinta roja y dos bloques temáticos bien diferenciados y no necesariamente complementarios. Tampoco compactos, cerrados. Y sin prelación, no se habló primero de todo uno y luego de todo otro, las sucesivas intervenciones alternaron hacia cada cual a lo largo de la reunión. Incluso en una misma intervención se establecían distingos, esto para China y esto para la novela. Ecce la sesión. .. Leer más

2 DICIEMBRE DE 2016 

Reseña de la sesión dedicada a EL DIOS DE LA PEQUEÑAS COSAS de Arundhati Roy

 

         Los efectos beneficiosos de un Club de Lectura. Sesión de paradigmas: actitud convergente, disposición personal, instrumento percutor y onda expansiva.

            Quizás la intuición del moderador llegaría alertada, comenzó por una concesión capital: un libro denso, difícil. No, no se trataba de la clásica estrategia “do ut des” -al menos, no lo pareció-, sino de compartir una sensación. Convergencia de asentimiento en los rostros de los asistentes.....  leer más

29 DE NOVIEMBRE DE 2016

Reseña de la sesión dedicada a AL MORIR DON QUIJOTE de Andrés Trapiello   

  

        Es que uno no sabe si comenzar por la realidad ambiente resultante o, soslayándola un poco, acometer de principio la vasta consistencia analítico-intelectual que a duras penas se batía contra un verso suelto quizás hasta insufrible. Sesión, pues, de género particular.

            El común de la reunión, en su línea, se aplicaba al diagnóstico lato y neto ....LEER MÄS

12 DE NOVIEMBRE DE 2016 

Reseña de la sesión dedicada a EL BAILE DE LA VICTORIA de Antonio Skármeta

 

 

 

          El embrujo de un título. Durante la reunión se aludió al juego de ambigüedad del título de la novela. Baile de quién o de qué, ¿del interpretado por el personaje de Victoria?, ¿del golpe-atraco de los protagonistas?, ¿de éstos sólo o de los personajes en general?, ¿del triunfo político?

            La respuesta quedaría en el aire, como otras sospechas, pero baile baile como tal, haberlo, lo hubo y mucho a lo largo de toda la sesión. Fragoroso, melódico, atropellado, controvertido, entreverado, con ritmo....  leer más

08 DE AGOSTO DE 2015  Reseña de la sesión dedicada a LA ORILLA de Rafael Chirbes

  Una sesión particularmente desestructura, quién sabe si por efecto de ciertas latencias generadas por la lectura de esta novela en el ánimo de los asistentes, ¿admiración, identidad, melancolía, solidaridad, conmiseración, prevención, trauma, posibilismo, angustia? Hervidero cuyo chisporroteo incontrolado no remansó hasta el cierre. Tentador clima para su traslado a estas líneas con enfoque cronológico, aun a riesgo de barullo expositivo..... Leer más

27/05/2015 Reseña de la sesión dedicada a EL MUNDO DE AYER de Stefan Zweig

 Te sientes un tanto cohibido, ¿verdad? Llegas a la reunión con la sensación de que ya todo está dicho -escrito- de antemano, y tan bien. De que poco, muy poco, puedes aportar o contraponer a los mensajes del libro. Detectas riesgo más que probable de caer en generalidades de manual o en el ridículo intelectual, carencias.... Leer más

7 DE MAYO DE 2015

Reseña de la sesión dedicada a HEADHUNTERS de Jo Nesbo

                 Reticencias, escepticismo, inferencias, ambigüedades, intertextualidad, reproches, concesiones, debate, debate. Una sesión profusa.

            La peculiaridad de la novela, negra pero escatológica y hasta gore en algunos pasajes, suscitaba suspicacias en los estados analíticos de los asistentes. Hasta el punto de que en algún momento se preguntaron lo .... Leer más

16 DE MARZO DE 2015

Reseña de la sesión dedicada a LA CONJURA DE LOS NECIOS de John Kennedy Toole

                    

         La gráfica de la sesión muestra una línea de tendencia más bien fría, que discurre a ras del eje de abscisas, pero sin valles y con algunos picos relevantes.

            Como valoración de la obra en general se recurrió al término usual de `enganchar´: esta novela, o te  .... Leer más

24 DE FEBRERO DE 2015

Reseña de la sesión dedicada a EL CORAZÓN DE LAS TINIEBLAS de Joseph Conrad

        La sesión apuntaba a corta y delgada, por algunos comentarios intercambiados antes del comienzo. Y quedó palpable en cuanto se inició. La lectura de esta novela, aun avalada por el reconocido prestigio del escritor en el mundo literario, había generado entre estos lectores cierto desconcierto. En este clima, más de uno confesó sin complejos que había resistido hasta el punto final sólo por responsabilidad con  .... Leer más

16 DE FEBRERO DE 2015

Reseña de la sesión dedicada a MADAME BOVARY de Gustave Flaubert

     O de cómo contrastar criterios, sugerencias, reflexiones, diagnósticos, sensaciones, inferencias o corolarios sin caer en la petulancia ni en la loa ni en la paráfrasis en torno a una novela de tamaña dimensión. Por ese tono, con su valle y sus picos (más picos que valle) discurrió la sesión.

          El desarrollo casi cabría escalonarlo .... Leer más

LUNES 5 DE ENERO DE 2015
   Estado de ánimo, predisposición, material sensible. De cuando la tensión te reseca el velo del paladar. Y abandonas y dejas de leer porque la crueldad te paraliza (confesión de alguien que, sin embargo, asistía). O bebes rápido porque el libro, su lectura, se bebe: frases cortas, capítulos cortos, muy descriptivo, muy gráfico. Tal la sesión, muy gráfica. Un mazazo, llegó a calificarse la novela, compendio de un determinado estado de ánimo.

    Así, se pasó casi de puntillas por la simplicidad narrativa. Propia, por otra parte, según se comentó, de los best seller (y este libro lo es): capítulos muy cortos, espacio reconocible, universal, la mujer como heroína y final emocionante. ¿A qué buscar mejor guión para esta reseña?

     La historia de ...  leer más 

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SÁBADO 29 DE NOVIEMBRE DE 2014

MARTES 25 DE NOVIEMBRE DE 2014

Una sesión de cocción a fuego lento, con resultado de plato exquisito.

            Al principio quizás daba la impresión de que los asistentes acudían a la reunión un tanto cohibidos. Había que comentar una novela universal, de reconocida calidad literaria por toda la crítica, la especializada y la del lector avisado o accidental. El mismo autor ya la declaró en su momento como su mejor obra. Parecía como si los contertulios llegaran preguntándose si aún quedaría algo verdaderamente relevante que ... leer más

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MARTES 11 DE NOVIEMBRE DE 2014

 

          Elogio de un libro. Eso fue la sesión, nada menos. Donde cada intervención propiciaba desde el comienzo una suerte de realimentación del circuito de empatía de la tertulia con la obra. A pesar de que, en principio, diera la impresión de que los comentarios, opiniones y valoraciones se sucedían un tanto deshilvanados, como de saltos en el vacío. Pero no. Se trataba de una historia tan bien ensamblada que cada interpretación tenía su conexión subcutánea con la anterior, por diferentes que parecieran, en el hilo del elogio. Y así toda la sesión.

          Una historia que, a juicio de los asistentes, escapaba a los moldes académicos de la clasificación literaria, o los sorteaba. Un hijo, narrador en primera persona, cuenta la historia su padre ....leer más

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11 DE JULIO DE 2014

 

 Una sesión entre adjetivos.

 

Entrañable, porque los comentarios circularon por esa esfera de los sentimientos. Lo que, sin embargo, no entorpeció ni coartó el nivel crítico que caracteriza a este Club de Lectura.

 

Desde el comienzo se ponderó el título mismo, acertado. Daba juego, creaba expectativas, su significado intencional lo iría aclarando la lectura de los sucesivos relatos. Aunque la pregunta inicial permanecía, permaneció: ¿neurótico?, ¿quién?, ¿cuántos?, ¿el autor?

               

             El título abría las puertas del tema. Se antojaba la neurosis, la del libro, enfermedad o cosa difícil de acotar. Coincidían los asistentes en que todos tenemos neurosis, que no  leer más

VIERNES 13 DE JUNIO DE 2016

A tal obra, tal sesión. Poliédrica. La calificación inicial que recibió la primera contagió a la segunda. Una novela con muchas caras, y cada una de ellas susceptible de varias interpretaciones. El autor invitaba a observar y reflexionar sobre actitudes y comportamientos de unos y otros personajes ante las mismas circunstancias. Y la reunión respondió cumplida y sobradamente a la invitación-envite.

 

El autor y su obra, el marco. Un escritor, miembro de una comunidad judía de emigrantes, aunque ateo. Y una novela que, sin obviar su reflejo de la condición humana, adopta perspectiva existencialista y cuestiona la religión porque anula a las personas al inocularles el sentimiento de culpa. 


Con dinámica narrativa que los asistentes diseccionan en tres fases. Al principio, desde la supuesta visión del narrador omnisciente, la redacción es fluida, periodística. Después, cuando se revela la naturaleza del verdadero narrador, testigo, aunque este quiebro se considera acierto del autor, el progreso argumental se ralentiza en exceso. Y por último, concentración temática en las diez o quince últimas páginas.
 
Es justamente al final de la trama, con esa especie de torbellino de ideas que casi lo eclipsa, donde se cierra el poliedro de la ficción y se inicia el de estos lectores, que apenas escapan al acto reflejo de volver la vista atrás para su análisis -más de uno aseguró que había leído el libro dos veces-. En varias ruedas de intervenciones los tertulianos fueron del protagonista a Dios, a los demás personajes, al sentimiento de culpa y al título mismo de la novela, aportando los vértices y aristas que vislumbraban en cada uno de ellos.... Leer más

MARTES 20 DE MAYO DE 2014

A saber si por la temática de la novela, o por el menor número de asistentes, o acaso por la conjunción de ambos factores, en la sesión fue calando un microclima de sabor intimista.
            Las intervenciones se sucedieron pespunteadas de silencios (que no de pausas). Intervalos preñados de disposición a compartir el objetivo del autor, conmover al lector.
         Hubo sincronía: el libro provoca malestar. Con todo, las precisiones fueron más elocuentes. Casi a modo de confesión. En unos primaba el agobio por esa especie de campo de concentración donde discurre buena parte de la acción narrativa. Otros habían encallado a mitad de lectura presos de la angustia. Quien lo había superado a duras penas por la tristeza que le causaba. Quien dudó de que la obra, voluminosa, mantuviera atrapado al lector más allá de la página 90 -donde presumía la sima de la degradación humana-; pero, contra pronóstico, el interés le reverberaba in crescendo hasta el final.  Leer más
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MIERCOLES 26 DE MARZO DE 2014

      Una sesión de cine. Por el inevitable correlato de esta novela negra americana, clásica, con el clásico cine negro americano (¿cómo sustraerse a la evocación?). Y porque, para afrontar género tan específico, la tertulia probó de nuevo su versatilidad, y su bagaje cultural -añádase según grado de convicción y vehemencia.

 

     De cine. Casi cabría asegurar que cada lector de la obra acudía con su película de la novela. Así que rara fue la intervención que no cayó en la tentación, como muleta, comparación, apostilla o superación. Pero, aunque mediatizada por esas imágenes del celuloide blancas y negras y brumosas, la reunión alumbró alternativas y contrastes irisados. No en vano, asistían incondicionales del género negro junto a neófitos y escépticos.  ..Leer más

LUNES 17 DE FEBRERO DE 2014

Símbolos, símbolos. La sesión fue haciendo calas sin método en los símbolos que aparecen, se supone que estratégicamente, a lo largo de la novela. Podría interpretarse que en detrimento de la expresión literaria -apenas recibió trato específico-. Y sin embargo, el esperpento nacido de ella sustenta el estro simbólico de la obra, que el autor hace germinar desde su cita preliminar de Machado sobre el carnaval.
 
Implicación inicial del autor que, a juicio de los asistentes, ya no abandonará en toda la novela. En primer lugar trasladando los apellidos de su biografía a la personalidad del protagonista (Marés, Faneca), y con ello tomar posiciones emocionales, sociológicas y políticas ante el devenir existencial del personaje creado.  LEER MÁS

JUEVES 6 DE FEBRERO DE 2014

            ¿Novela histórica? Parecía llamada a ser sólo una primera cuestión para debatir, pero sirvió más a lo largo de la sesión como encabezamiento. Es decir, cada interviniente comenzaba por argumentar a favor, o relativizaba la dimensión histórica de la ficción creada, para seguidamente exponer su valoración de la obra en general, o de sus recursos expresivos, o de los personajes, o de los temas y subtemas detectados, o de todo ello.
 
            Así pues, conviene seccionar. Por partes:
 
            Con respecto a lo de novela histórica –determinar si es, no es-, su concepto mismo no ayudaba mucho, tan manoseado en estos tiempos donde proliferan narraciones con dicha etiqueta. En tanto que novelar hechos históricos constatables, hubo opiniones explícitas a favor del sí: El Hereje cumple con esos parámetros por los acontecimientos que desarrolla; y, si bien los personajes principales pertenecen a la pura ficción, está documentado que Felipe II (de fugaz aparición en el episodio nuclear de la novela) comenzó su reinado con un auto de fe en Valladolid. Y además, el mismo autor recomienda la consulta de historiadores que corroboran lo que él narra. ...LEER MÁS    
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            Aun a riesgo de pretencioso, la reunión anduvo muy cercana a la propia de un consejo de sabios que, curtidos en dialécticas mil, confluyen con el poso -poso- de los años en un remanso intelectual donde enjugar sus ideas. Y reconocerse y aceptarse como un puñado de pulmones alentando un mismo corazón. Sin arritmias, con cadencias de silencios y atención en el turno de palabra. El respeto que reclamaba el libro irradiaba cada intervención, y estimulaba la siguiente, y así hasta el final -que sobrepasó con creces el tiempo estipulado, tal era el nivel de afinidad (y de notas manuscritas, frases o reflexiones, que los asistentes trajeron a la reunión).

 

            Las primeras consideraciones rondaron por el género literario, un híbrido entre el ensayo y la novela histórica. Imprecisión seguramente estratégica del autor, porque sitúa los hechos narrados en una espiral de ideas para llevar al lector al humanismo que defiende. Argumentos sólidos con el arma de una altísima calidad expresiva, propia de este escritor de primer orden.  ..leer más.

 

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 17 DE NOVIEMBRE DE 2013
 
 
Había expectación, la obra impacta. El silencio cálido que acogió la intervención inicial, todo un síntoma. Casi se palpaba que los asistentes habían acudido a la sesión intuyendo controversias. Buena parte de ellas a lo mejor habían menudeado entre sus conclusiones individuales, íntimas, previas.
 
            No se hizo esperar. El primer escollo, insoslayable, comparar esta novela (¿novela?, veremos) con otras del autor –se citó expresamente La ciudad y los perros y La fiesta del chivo-. En una aproximación inicial hubo coincidencia: aquí el autor recurría de nuevo a su conocida técnica de cambios espacio-temporales, si bien con un hilo narrativo más lineal en el último tramo. Pero esta obra, alguna anomalía la distanciaba de aquellas otras, tan ponderadas. Cuestión inconclusa, porque enseguida la ola crítica derivó hacia el personaje protagonista y los otros.
         La narración pivota sobre Roger Casement –personaje.... Leer más
 
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31 DE OCTUBRE DE 2013

La sesión se desarrolló en un análisis sencillo, humilde y certero, cual si el  espíritu de la novela hubiera impregnado el alma de la reunión.
 
Sencillo. ¿Novela?, ¿cuento popular?
 
            Se utilizó el término “novelita” en la doble acepción afectiva y de dimensión textual. Aunque, para los tertulianos no cabía duda: la obra recurre al armazón de la novela, pero la historia y sus coordenadas narrativas se encuadran en lo que la ... leer más

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Tratándose de comentar una novela policiaca, aun a riesgo de caer en el tópico recurrente, la sesión discurrió en formato puzle, como si se mimetizara con la investigación de un crimen.

 

Las primeras intervenciones ya sonaban a una forma de justificación cercana a la indulgencia: autor joven, de algún modo representante de la nueva novela negra, muy leído y, sobre todo, traducido. El mérito trascendente.

 

Se añadió que los personajes quedaban en general bien definidos, reconocibles, y además algo así como pertinentes en este género narrativo.

 

Para llegar al botón de la muestra: la pareja de policías protagonista (uno más que otro, claro; según el canon de contrarios, distintos, enfrentados o complementarios al que la tradición literaria es tan proclive, amén de eficaz). Gallego versus aragonés. Personalidades contrapuestas por elevación genérica, se interpreta que para marcar distancias entre el carácter pausado y analítico del policía “jefe” (gallego) y el extremadamente impulsivo y hasta agresivo del ayudante-chófer (aragonés). Si el autor hubiera nacido en Teruel, por ejemplo, y no en Vigo…

 

No obstante, resultó que se trataba de una aproximación inicial. Pronto se incorporaron comentarios que apuntaban a la consideración de novela entretenida, sí, de fácil lectura, sí, con dotes de ingenio, sí, pero floja en cuanto a la estructura de la trama. Y aquí una primera derrama de argumentos:

 

La base de la investigación se centra en la intuición del policía protagonista, hasta el punto de que los lectores -al menos los de este Club- no resuelven la autoría del crimen mediante el desarrollo de los acontecimientos (como ocurre en la mejor y más consagrada literatura del género), sino a través de las elucubraciones del policía.

 

Se adivina pronto quién no es el asesino, a pesar de las pistas  vertidas en el hilo narrativo. ¿Pasión?, ¿venganza?...

 

Conceptualmente hablando, no se aportan datos suficientes, además de sólidos, para motivar la decisión y consumación del asesinato. No, a tenor de los parámetros psicológicos-sociológicos descritos. La fórmula empleada para fundamentar el desenlace final se antoja una pirueta, un encaje apresurado del puzle, un exceso narrativo.

 

El fallo de la trama llegó a rubricarse cuando algún contertulio aseguró que salvo las últimas cuarenta páginas el resto se le hicieron tediosas.

 

A partir de aquí la tertulia pareció titubear, ¿no habría ido demasiado lejos en sus reparos? Y tanteó un cierto reequilibrio.

 

Nada mejor que volver al análisis de personajes. Primero, para ponderar el uso de la antítesis en el diseño de sus personalidades. Aparte de la ya aludida contraposición en la pareja de policías, los asistentes advirtieron otra quizás más sutil, menos evidente, más genérica, mujeres frente a hombres. Hay que precisar: los personajes femeninos coinciden en un perfil de carácter fuerte, valiente, tenaz (con independencia de la consideración moral que cada cual merezca), frente a la personalidad medrosa de los hombres -salvemos a los policías, claro-, cuyo ejemplo más patente y patético lo muestra el tal Freire muerto de miedo en el barco.

 

Especial atención mereció el inspector Leo Caldas (en alguna medida, trasunto del autor, según se comentó). Con un atractivo inicial, la fama por su protagonismo en un programa de radio dedicado a recibir denuncias de actos delictivos. Casuística cuando menos sorprendente en la novelística del género. Y acierto-hallazgo del autor en opinión generalizada de los asistentes, en tanto en cuanto proyecta desde tan, digamos, pintoresca actividad el liderazgo social y ético del personaje.

 

(Por cierto, aviso para el autor, detalle de error: los estudios de radio en ningún caso tienen comunicación directa con el exterior del edificio. Así que nada de ventanales a través de los cuales se contemplen escenas de niños jugando, etc.)

 

Lo novedoso no es el liderazgo como estereotipo de estos policías de novela, negra, sino el medio. Estereotipo que completa la figura del inspector con otro también propio de esta narrativa: profesionalidad veinticuatro-horas-al-día-trecientos-sesenta-y-cinco-días-al-año, incompatible con pareja estable (si acaso, evocaciones –una mujer llamada Alba- inexplicadas, gratuitas).

 

En lo tocante a personajes, también el inefable Estévez, ayudante de Caldas, pasó por el tamiz crítico de los tertulianos. En verdad, no demasiado. Sus arrebatos de homofobia apenas merecieron algún comentario de pasada. Seguramente porque las opiniones se concentraron en comparar con otras novelas del género: al contrario que en ellas, este adjunto apenas aporta intervenciones determinantes para el esclarecimiento del asesinato. Además, tampoco se entiende muy bien su relación con Caldas, o mejor, de Caldas con él, esa especie de protección que el inspector ejerce sobre el ayudante. ¿Quizás por el respeto que merece en la profesión la persona de Caldas? ¿Se desprende del carácter del inspector una autosuficiencia latente?

 

Y la reunión tocaba a su fin sin conclusiones rotundas. Los comentarios, un tanto exhaustos, volvían a la denuncia de temas o aspectos romos o carentes de justificación en la trama. Una trama exangüe. Sin bien, ornada con descripciones de encanto, del paisaje, gastronomía e idiosincrasia gallegos, y con la originalidad del recurso al diccionario en el comienzo de cada capítulo de la novela. Las últimas piezas del puzle.

 

Al final de la sesión, lógico, todo encaja, pero como en la novela, con premura y sin primor.

 

                                                           Ricardo Santofimia Muñoz. 

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Reseñas de la última sesión del Club de Lectura


Reseña de la sesión dedicada a LA SILLA DEL ÁGUILA de Carlos Fuentes

            Maquinaciones, connivencias, insidias, urdimbres, sobornos, envilecimientos, toda una mezcolanza infecta y repudiable en torno a las más altas instituciones del Estado. Eso sí, con algunas gotitas de contrición, acaso pasajera, y ternura, quizás amarga.

            Pues no, no hablamos de la corrupción política que cada día, cada hora, violenta nuestra realidad inmediata a través de los más variados y variopintos medios de comunicación, no. En principio, nos referimos a esta novela de Carlos Fuentes.

            En principio. A veces, o con frecuencia (según la lectura elegida), la frontera entre realidad y ficción es tan quebradiza, engañosa o permeable... Por tales surcos zigzagueó esta reunión de nuestro club.

            Desde una perspectiva general, cabría interpretar el desarrollo narrativo como una suerte de formidable tuneladora que va horadando el alma de una montaña arcana, la estructura de poder del Estado, desentrañando sus entrañas y desvelando la tenia de anillos mil que allí parasita.

            En consonancia con el funcionamiento de este artefacto poderoso, el ritmo narrativo es lento, árido a trechos, pero implacable, demoledor. Posiblemente debido al género epistolar de la novela (recurso que ha logrado escasas adhesiones entre los asistentes).

            Ello no impide, o quizás favorece, alcanzar el objetivo de la obra: desenmascarar la corrupción imperante en el poder político -en la ficción- de los Estados Unidos de México. Cuya temática consideran los asistentes como muy documentada, no en vano el autor ha sido (falleció en 2012) natural de aquel país.

            La corrupción como método para alcanzar el poder o conservarlo, en un país con un sistema político de democracia formal (adjetivo este –formal- que alcanza en la novela su valor más peyorativo y degradado). Tácticas y usos ad hoc que la obra denuncia minuciosamente como habituales en la alta política, a la vez que apunta a prácticas similares en los niveles inferiores y periféricos.

            Ante tal panorama, esta tertulia no se entretuvo demasiado en valorar la trama, que en algunos pasajes adolecía de ribetes folletinescos, cercanos a contenidos de ciertas telenovelas. Tampoco en la técnica narrativa de situar los acontecimientos en el futuro (año 2020).

            Importaban, sobre todo, los personajes, para quienes la corrupción es la savia de la política. En ellos se centró el foco. La identidad de cada cual, perfilada gradualmente en sus sucesivas cartas. Afanes y miserias puestos de manifiesto, de manera muy particular mediante la técnica de la introspección, bien aprovechada por el autor para esta fórmula epistolar.

            Los personajes fueron desfilando por la tertulia, que los analizaba y zarandeaba al calor de las interpretaciones o comentarios que suscitaban y de los paradigmas que representaban. La impostura, el sexo, el enriquecimiento, la vileza, la crueldad, el cinismo, también la indolencia, también, más algún que otro etcétera, allí tenían su asiento.

 

Quizás el personaje que más fascinó (entiéndase en el sentido más denotativo del término) a los contertulios fue el de Mª del Rosario. Por lo que conllevaba de arquetipo de mujer dedicada a la política, a esos patrones de política. Por contra, pareció poco perfilado al personaje de Valdivia, ¿quizás para significar su hechura de pelele? Asimismo, dio la impresión de que sobraba algún personaje que otro por su irrelevancia en la acción narrativa.

Y de la mano de los personajes, junto con el clima putrefacto que irradiaban, la reunión iba y venía de la ficción a la realidad, a esta realidad política que conturba la actualidad de nuestro país. La línea divisoria entre una y otra quedaba difuminada, conscientemente rebasada.

A juicio de los asistentes, aquella forma de hacer política, aquellas corrupciones, corruptelas y componendas, encontraban fácilmente su réplica en la realidad circundante. Sobre todo, cuando se establecieron paralelismos, más o menos aproximados, más o menos imposibles, entre personajes de la ficción y personas de la realidad. Por allí pasaron, por ejemplo, Rubalcaba y Cospedal, también Rajoy, también, más algún etcétera de carácter local.

Así pues, como se comentó al comienzo, en principio se trataba de ficción; pero la semejanza con la realidad era tan tentadora…

Para terminar la obra, el autor abandona el género epistolar y recurre a la técnica del monólogo interior. De una criatura inerme cuya presencia en la novela, además de mover a la ternura y la tribulación, acaso como contrapunto a la inmoralidad desplegada, y quizás por todo eso, deja en el aire una duda: ¿nos encontramos ante un final abierto de la ficción?

Y otra duda, o la misma: ¿La realidad, dispone todavía de un final abierto?

                                                           Ricardo Santofimia Muñoz.

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Reseña de la sesión dedicada a INDIGNACIÓN de Philip Roth

 

            Partamos de que la obsesión es sentimiento o tendencia de carácter persistente, una fijación tal que perturba la consciencia de la persona. No obstante, como su presencia en las manifestaciones del hombre es mensurable (desde ligeros atisbos hasta niveles clínicos), quizás convenga poner en cuestión el carácter nocivo que se le atribuye por definición.

Valga este preámbulo, quizás excesivo, para justificar y enmarcar este nuevo encuentro del Club de Lectura. Se desarrolló en el filo de la obsesión.

Las intervenciones iban y venían de un asunto a otro de la novela, desde la personalidad del autor hasta el final anunciado, pero siempre con parada en el protagonista, reflexión y tributo. Casi como una obsesión. En el protagonista estaba el mensaje.

Veamos. La sesión comenzó suave. Con primeros acercamientos como de tanteo. Por allí pasó el galardón del “Príncipe de Asturias” de este año al autor, así como la consideración de escritor típicamente americano (del Norte). También el tratamiento acertado de las tradiciones judías, destacando las descripciones, tan gráficas, del oficio de kosher (carnicero judío).

Asimismo, apareció en estos compases iniciales (pongamos primer cuarto de hora) el tratamiento de la sexualidad, otro rasgo de las preferencias temáticas del autor. Pasó entonces de puntillas, la conversación se desviaría pronto hacia la fluidez narrativa lograda con el uso de la primera persona.

Hasta que, tras comentar el acierto del título como leitmotiv de la trama, alguien apuntó a un hijo, qué importa recordar si propio o no, un hijo con perfil semejante en alguna inquietud o aspiración, ¿semejante a quién? No cabía esperar más: se pasó de la Indignación a la obsesión latente, el protagonista. ¡Quién como Marcus! Como si la reunión diera con el cauce, el foco se orientó rápidamente hacia nuestro personaje, se concentró, embelesado y potente.

El primer fogonazo, quizás con algún deje de melancolía, apuntó a su enfrentamiento con el decano, el posicionamiento, interpretado como ideológico, que esgrimió fundamentándolo en Bertrand Russell, la religión y la relación humanidad-memoria como eje. En el afán de destacar el pasaje llegó a precisarse la magia de las páginas 50-51 de la novela (claro, en el formato de su lectura). Casi faltó el aplauso, a Marcus.

Después la emoción continuó por la fatalidad del destino (el fátum griego), las consecuencias trágicas de algo en apariencia trivial: no haber seguido los consejos paternos. Un encadenamiento meramente circunstancial, del tipo causa-consecuencia, provoca el desenlace. Cuyo comienzo sitúa Marcus en la relación de amor-odio con su padre, que le llevaría a huir de él para alcanzar su realización personal y profesional. Aquí, los asistentes a la reunión se plantearon si, en realidad, la novela no describe y relata una personalidad socialmente inadaptada. Un lamento.

Y vuelta al enfrentamiento con el decano, ahora desde otro prisma. ¿Acaso Marcus no tenía objetivos muy claros? –mantener el nivel de estudios brillantes para ser abogado y librarse de ir a la guerra con Corea, donde moriría con toda probabilidad-. Y sin embargo, más allá de la proyección de sus estudios, apuesta por sus convicciones. Planteamiento contradictorio, o no, que queda en el aire, o mejor, en la atmósfera cuasiobsesiva que se respiraba.

Cuando a continuación se abordó la presencia del miedo en la novela, por un momento parecía que los asistentes se tomaban un respiro, como una necesidad de desintoxicación. Porque en la aproximación inicial el miedo semejaba un éter que afectaba a toda la trama narrativa, cual tema transversal. Miedo intelectual o emocional como método para oprimir, comprimir, subyugar a la sociedad. Pero, claro, a la hora de establecer las consecuencias, de pormenorizarlas y, sobre todo, de personalizarlas, el protagonista acaparó las intervenciones de los asistentes. La personalidad de Marcus no daba tregua. El chico, para perseverar en sus afanes, se sentía abocado a transigir, ceder al juego de las simulaciones, pagar por suplantarle en el oficio religioso, ardid que a la postre desencadenaría la tragedia final. Flujo de la obsesión.

Y reflujo, de sospechas: ¿acaso ese tratamiento del temor no responde a una tendencia conservadora del autor? (su misma nota histórica se presta a ambigüedad), ¿sería desmesurado establecer paralelismos con las mareas ideológicas actuales en España y el mundo? El mismo título, aun como contrapunto al análisis, es un referente. Indudablemente, el autor consigue la reflexión de los lectores; por supuesto, de todos los asistentes a esta reunión.

Esa suerte de obsesión por Marcus parecía remitir. Pero de nuevo éste tomó las riendas del tramo final. Se apreció un desequilibrio entre su madurez intelectual (bien probada) y la emocional, a la vez que actitud de héroe, si bien, muy humano en cuanto que la/su tragedia deriva de una concesión-trampa.

Y atención especial a sus cuitas sexuales, ahora sí. Para los asistentes, Marcus se debate entre el atractivo por la chica, que lo atenaza, y el rechazo cuando le cuentan otros comportamientos de ella. En el fondo, él apuesta por la relación, por eso descarta y hasta combate los comentarios que le llegan. Hasta que afronta la propuesta de la madre, chantaje emocional en toda regla (algo así como “tengo intención de divorciarme de tu padre, pero si tú renuncias a la chica, no lo hago”). Marcus accede. Queda en el ánimo de los contertulios si verdaderamente no anidaba en el chico una mentalidad conservadora.

Para que luego digan que la obsesión pertenece al catálogo negativo de la condición humana.

  

                                                           Ricardo Santofimia Muñoz

 

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          Reseña de la sesión dedicada a EL ALQUIMISTA IMPACIENTE de Lorenzo Silva

 

            Parece como si el relativismo, esa corriente de pensamiento que ¿aqueja? la actualidad, se hubiera colado también en nuestra tertulia. A cuento principalmente del género narrativo en que encuadrar la obra en cuestión. 

                Los asistentes fluctuaron: quién defendió su pertenencia genuina a la novela negra, quién dudaba sobre tal denominación y se inclinó por un tono más gris, como aplicándole una especie de decapado, incluso se podría contemplar el azuloscurocasinegro que da título a cierta película.

          Posiblemente el problema partiera de la consideración misma de novela negra. La lectura de esta obra se había propuesto desde tal postulado. Pero –suele ocurrir- cuando se empieza a matizar, la perspectiva es susceptible de modificación. El debate, aunque lejos de estridencias, estaba servido.

              Veamos: en tanto que el nudo argumental se centra en la resolución de un asesinato con ribetes sórdidos y la actitud del inspector protagonista es de marcar distancias con los hechos, también con la tanda de sospechosos, cabe etiquetarla como novela negra, al menos en principio.

               Pero, en cuanto predomina la lentitud en el desarrollo de la acción y el escenario sociológico adquiere particular relevancia, en detrimento de la trama y de la intriga, el pretendido negro queda, como mucho, en marengo.

              El contraste de estas posiciones, vía relativismo, se mantuvo hasta el final, si bien en tono sutil y condescendiente.

            Aunque no fue la única discrepancia. Un habitual del Club, por asistente interpuesto, transmitió sus dudas sobre la verosimilitud de las reflexiones del sargento Bevilacqua, que apuntarían a una madurez intelectual y humana impropia de una persona de treinta y seis años. Planteamiento que fue cuestionado, primero con la simple fórmula de dar la vuelta a dicha consideración, como a un calcetín: ¿cómo que a esa edad no se ha alcanzado un alto grado de madurez?, teniendo en cuenta además la preparación académica del personaje (licenciado en Psicología). Y segundo, destacando la importancia de su introspección en el desarrollo narrativo, una personalidad analítica que parte de sí mismo para trascender a lo profesional y al mundo que le rodea. Nuevo brote de relativismo.

             Precisamente esa realidad social ha polarizado una parte sustanciosa de los comentarios. Los lectores se han empapado de ella, han percibido su proximidad,  mediante la suma de dos recursos aparentemente antagónicos: el cierto distanciamiento con que la observa el protagonista (lejanía) y la narración en primera persona (cercanía).

             Claro, posiblemente ahí se encuentre la clave sobre la generalidad de las opiniones vertidas: la trama criminal adolecía de profundización, en beneficio de la temática sociológica, que impregnaba todo el desarrollo del hilo argumental. La conexión de esta ficción novelística con la rabiosa actualidad se hacía insoslayable, tentadora hasta la claudicación.

            La sempiterna capacidad de corrupción del dinero, la dialéctica en torno al uso de la energía nuclear, la prostitución y sus perfiles más humanos y tenebrosos y hasta la pervivencia de ciertos tics machistas, todo ello ha pasado por el tamiz de esta novela, desde el visor irónico del narrador (casi podríamos decir del autor, porque no parece actitud exclusiva del protagonista). Así lo han apreciado los asistentes.

        También se agregó un aspecto no menos inquietante: la doble personalidad, doble cara, identidad reversible, de los personajes de esta ficción y, por extensión, del ser humano real. Pues, aunque se focaliza en Trinidad Soler, muy pocos personajes escapan a este criterio. Si acaso, la Guardia Civil en su conjunto (el autor ha recibido el correspondiente reconocimiento de esta institución) y Luis Dávila, el responsable, responsable, de la central nuclear.

           Y para el final, el título. ¿Cómo? Sí, para el final. Ya lo apuntó un contertulio: leída la novela, la justificación y explicación del título se encuentra en el lapidario inicial, que describe el proceso de alquimia. Unos materiales se funden con otros, las historias de los personajes se funden entre sí, de cada cual consigo mismo y entre ellos, así como las aristas de la condición humana y del entorno social. El proceso es lento, de ahí la supuesta impaciencia en alcanzar su culminación, tanto de la investigación como de los lectores.

              Incluso se añadió otra forma de alquimia: la novela, premiada con el Nadal en el 2000, parece una premonición sobre la reciente y turbulenta coyuntura sociopolítica (2013). El paralelismo con situaciones, actitudes y personas de la vida pública no puede ser más turbador.

             Seguramente la fragua alquimista no anda muy alejada del relativismo que ¿aqueja? la actualidad. Descifrarlo, cuestión de paciencia.

 

Ricardo Santofimia Muñoz.

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Reseña de la sesión dedicada a LA FIESTA DEL CHIVO, de Mario Vargas Llosa
 
            Unanimidad es término complejo, objetivamente (DRAE dixit) expresa ausencia de discrepancias en un grupo de personas sobre un mismo asunto, sentimiento, etc.; pero también con frecuencia, o a veces, se presta a señuelo de enaltecimiento desmedido, medroso o servil, a sospecha.
            La sesión transcurrió bajo el signo de la sincronía, de la aportación de opiniones, reflexiones, argumentos y matices que confluían en el delta del elogio. Desde tres cauces.
            · Unanimidad sobre el contenido.
            El ambiente irrespirable que se desprende de la trama argumental ¾a caballo entre la historia y la ficción¾ es tan verosímil, que hace de esta novela la perfecta radiografía de una dictadura. Todos sus ingredientes y su caldo de cultivo.
            Enseguida, la figura del dictador, o tirano, que supervive manejando con habilidad diabólica el binomio devoción-miedo, en donde toda demagogia tiene su asiento: su servicio y sacrificio por el pueblo exige subordinación incondicional. Así por ejemplo, la humillación de sus colaboradores más directos tiene como único fin poner a prueba la fidelidad. Muestra fehaciente de la vulgaridad mental de la persona o personaje en cuestión.
            Desde semejante cúspide del poder irradia toda forma de maldad, sibilina o soez, de delaciones, connivencias, etc., entre iguales, subordinados, o entre unos y otros, una carrera de obstáculos para encontrar siempre cobijo a la sombra del dictador. Cual si de un entramado burocrático se tratara.
            En un contexto tan duro y cruel, el culto al dictador estaba servido, hasta el punto de celebrar la imposición de su nombre a la capital del país ¾Ciudad Trujillo¾ y consentir su trato obsceno y vejatorio hacia las mujeres.
            El contrapunto a tanta degradación lo pone el personaje de Urania ¾el más humano en toda la expresión del término¾, que huye ante la imposibilidad de enfrentarse. Y poco más, porque ni siquiera entre los conjurados contra el dictador existe un objetivo común: quien por venganza, quien por alcanzar el poder, quien por convicción democrática.
            · Unanimidad sobre la calidad literaria.
            Novela magistral, con una arquitectura narrativa construida de manera espléndida sobre un marco topográfico y sociológico real. A lo que hay que añadir el acierto en la fórmula empleada para atrapar la atención del lector (de estos lectores): una especie de desarrollo cinematográfico de la historia, con cambios bien medidos de escenarios, que multiplican los puntos de vista sobre los acontecimientos narrados a la vez que imprimen a estos un proceso de aceleración.
            Particular atención y dedicación merecieron los personajes. Por su abundancia y exhaustividad, hasta el punto de considerar, a pesar de perfiles tan nítidos, que la resultante sea un personaje colectivo.
            No obstante, la caracterización física, psicológica, patológica y moral-inmoral de ciertos personajes, y sus consecuentes actitudes y comportamientos, necesariamente pasó por el tamiz de los contertulios. Como la personalidad libre aunque traumatizada de Urania, el grupo voluntarioso y heterogéneo de sediciosos con causas dispersas y el alma descarnada del dictador y su cohorte de sicarios multifunción. De estos últimos mereció especial reprobación el personaje de Balaguer: con paciencia extrema aceptó el menosprecio e incluso el insulto, la misma que en coalición con su inteligencia y astucia le llevaría al poder. El personaje más miserable en la consideración de los asistentes. 
            · Unanimidad sobre el mensaje.
            Entiéndase el mensaje recibido, que no necesariamente tiene que coincidir con el pretendido por el autor, claro, aunque puede; y también en sentido genérico, porque hubo más de una conclusión.
            Se habló del valor pragmático del miedo; es decir, de cómo el poder, político o de otro tipo, utiliza el miedo como recurso de control. También de que los personalismos, con culto al jefe incluido, parecen receta frecuente en América Latina para afrontar el gobierno del país, probablemente fruto de una ancestral herencia (in-)cultural (es bien sabido que la salvación de un país pasa por la cultura y la educación).
            Asimismo, fue importante motivo de análisis lo que vino a denominarse complicidad colectiva: la gente, el pueblo en su conjunto, renuncia a la libertad en su concepto más profundo y noble, algo parecido al comentario acomodaticio del tipo “en realidad, no estamos tan mal”. Lo que sitúa al término ‘unanimidad’ bajo sospecha, ya apuntado al principio de esta reseña.
            Pero, bien es verdad que un sentimiento motriz planeó a lo largo de la sesión. Con momentos de intensidad punta o distensión valle, pero siempre continuo, fascinante y hasta turbador a veces. ¿Cómo precisarlo?: una cierta atmósfera de insatisfacción embargaba el ánimo de las intervenciones. Como si en buena parte de las opiniones que se sucedían subyaciera un objetivo implícito, insistir a sí mismo (a sí mismo también) y a los demás sobre las consecuencias nefastas del ejercicio tiránico del poder, dejar bien patente ¾en cabal comunión con el narrador¾ el absoluto rechazo a tan despreciable forma de ejercer el poder sobre el pueblo, y por tanto, disparar y volver a disparar libertad contra la opresión. Cada intervención, consciente o inconscientemente, atizaba las tripas de la dignidad del ser humano y de las convicciones democráticas. El grupo de esta sesión aunado en personaje colectivo dando la réplica al representado en la novela.
                                                                 Fdo.:  Ricardo Santofimia Muñoz

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Reseña de la sesión dedicada a RIÑA DE GATOS, de Eduardo Mendoza 
            Desde luego, la reunión no resultó trasunto del título. Ni conato de riña entre los asistentes, ni estos eran gatos (al menos, ninguno dijo que fuera de Madrid). Apenas hubo debate, entendiendo por tal el contraste de criterios divergentes sobre un mismo tema o aspecto. Lo que, sin embargo, no incurrió en merma del interés generalizado por las sucesivas opiniones y argumentaciones que se fueron vertiendo.
  A grandes rasgos se reconoció o aceptó, de manera tácita o expresa: primero, que la novela difícilmente se ajusta a la publicitada calidad narrativa de los Premios Planeta. Segundo, que, no obstante, responde a los reconocidos valores literarios de la trayectoria novelística del autor, de prosa ágil, de lectura fácil y salpimentada con un tono irónico característico. Y tercero, que reproduce con destreza y de manera fidedigna el ambiente madrileño previo a la comúnmente llamada guerra civil, tanto en la vertiente costumbrista como en el clima sociopolítico del momento. Esto último casi convierte a Madrid en protagonista del argumento narrativo, cuya tramoya hace de la capital un escenario reconocible.
            No obstante, el grueso de las intervenciones se asemeja más a una especie de vivisección de la novela. Buena muestra de ello, la abundancia de comentarios parcelados, específicos sobre momentos del proceso narrativo o peculiaridades de los personajes o tendencias expresivas del autor. Seguramente porque el hilo de la intriga fluctúa en un híbrido histórico-policíaco no resuelto, como con bandazos que desorientan las expectativas del lector (de los lectores asistentes).
            En dicha confusión incide particularmente un exceso de erudición. A cada paso o por tramos narrativos se nos fustiga con la vida y milagros, o miserias, de Velázquez. Acopio de datos sobre técnica pictórica y peripecias socioprofesionales del pintor que, a la postre, aportan poco al seguimiento del proceso narrativo, y mucho al prurito culturalista del autor-narrador. Quizás puedan salvarse de esta apreciación las referencias puntuales al cuadro de Acteón, por su ensamblaje con la trama a modo de parábola. Aunque el lector sólo las descifra cuando, concluida la lectura, pasa al análisis. De modo que, la brillante paleta del pintor deviene en rémora para la avispada pluma del escritor.
            Tampoco ayuda a mejor consideración la inclusión de algunas escenas con tendencia al vodevil.
            Mayor atractivo significó el planteamiento de los personajes. Desde el protagonista hasta los más secundarios. Y todos atrapados en una espiral (cada uno en la suya) de difícil escapatoria.

            Personajes de ficción, claro; pero cercanos y entrañables (unos más que otros, desde luego). Empezando por el protagonista que, aun actuando como personaje-testigo, se integra en la realidad que bulle a su alrededor, y lo fascina y le aviva sentimientos, emociones y contradicciones. La misma condición humana que se aprecia en todos los demás.

En este sentido, poco extrañan los apuntes acerca de la personalidad de Franco, Queipo de Llano, Mola, Azaña o Alcalá Zamora, tratados con óptica desmitificadora.

            Tratamiento similar recibe el personaje de José Antonio; aunque, por su mayor relevancia en la narración, parece ajustarse más a la verdad histórica en cuanto a sus presupuestos ideológicos. Las circunstancias de su vida privada se consideran aquí en clave de ficción, y por tanto, susceptibles de interpretación con respecto a su verdadero comportamiento.

            Las mujeres de la novela merecieron atención específica. Para constatar determinados valores sociológicos (reprobables, sin duda) propios de la época. También para evidenciar algunas incoherencias de conducta, más por condicionamientos ajenos que por convencimiento propio.

            Mosaico de personajes que, sumado al clima reproducido de aquel momento histórico, apunta a un desgraciado paralelismo sociopolítico con la situación por la que atraviesa el país en la actualidad.

            Por último, el final de carpetazo (frecuente, por otra parte, en la obra de este autor) nos deja la duda sobre el dinero que se pretendía con la venta del cuadro del sótano: ¿era para financiar a sus propietarios la huida de España o a José Antonio la compra de armas? Habrá que preguntar al sargento Bevilacqua y a la guardia Chamorro, nuestra próxima parada en el Club de Lectura.

             Fdo.: Ricardo Santofimia Muñoz.

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Reseña de la sesión dedicada a AFTER DARK, de Haruki Murakami

Nada es lo que parece o sí. Esta podría ser la conclusión más generalizada de los asistentes. Pero, ojo, no en función de dos grupos antagónicos que argumentan u opinan desde posiciones opuestas, sino en cuanto todos consideramos a la novela susceptible de interpretaciones diversas y hasta contradictorias pero igualmente válidas. Casi como la cuadratura del círculo: dos opiniones distintas y enfrentadas que, sin embargo, superpuestas una a la otra, dan una resultante común perfectamente asumible.

Haruki Murakami
Haruki Murakami

Sirva lo anterior para intentar reflejar hasta qué punto la novela transmite un mensaje inquietante, que atrapa al lector desde el inicio mismo e, intrigado, lo lleva de la mano por un sendero que él deberá ir descubriendo y descifrando solo.

Desnuda soledad del lector, inhóspita soledad de los personajes, acechante soledad de la existencia. La soledad como eje temático de la novela y, en consecuencia, del debate entre los asistentes.

Mediante la técnica del narrador-testigo, el autor sitúa a los personajes en el submundo de la noche, jaspeado de fracasos y peligros. Se deduce Tokio

como escenario, pero bien podría ser cualquier otra gran ciudad, porque interesan más las connotaciones de indefensión en un medio tan vasto como desolador que el lugar específico.

También los personajes aparecen como asiáticos. Aunque, en realidad, se trata de una caracterización más bien superficial, porque lo verdaderamente atractivo se centra en el estado emocional de cada cual y la confluencia o empatía y desencuentros de sus sentimientos y concepción existencial.

Con todo ello, el narrador sumerge al lector (a los lectores asistentes a esta reunión) en una atmósfera brumosa, cargada de tensión ¾mediante la técnica narrativa de cambios bruscos de escenario, y frases cortas y sugerentes tanto en las descripciones como en el diálogo de los personajes.

Habría que añadir que el autor elude conscientemente el clásico hilo narrativo de presentación, nudo y desenlace. Apenas hay un comienzo explícito, y, sobre todo, no hay final alguno, que queda abierto a la interpretación del lector, aunque apuntando al suspense de un futuro incierto.

En algo sí es un clásico la novela: en la universalidad de los temas tratados (la soledad del ser humano como principal rasgo vertebrador) y de los personajes que en ella se mueven (cabría referirlos a cualquier época). Así que, corrijamos, tachemos ese “en algo” con que comienza esta párrafo final y sustituyámoslo por un “en todo” con mayúsculas.

Fdo.: Ricardo Santofimia Muñoz.

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Dos reseñas sobre la lectura de "El lector de Julio Verne"


 
Almudena Grandes nos narra coon fluidez y belleza los horrores de postguerra bajo la mirada de un niño de 9 años. La guerra ha terminado, pero sus consecuencias siguen 
manifestándose en algunos lugares de España.

Nosotros vamos a centrarnos en Fuensanta de Martos, pueblo de la Sierra sur de Jaén, donde se desarrolla la temática de "El lector de Julio Verne".
La narracion es muy viva y absorbente, sobre todo a partir de la segunda parte. El protagonista, Nino un niño de nueve años, que junto a sus padres y dos hermanas vive en la
casa cuartel de la guardia civil. Entre los años 47 y 49 van a ocurrir una serie de acontecimientos, que van a marcar y cambiar la vida de Nino, imprimiéndole una madurez impropia de su edad. El padre no quiere que su hijo siga sus pasos y le envía para que aprenda mecanografía, pues piensa que su hijo no da la talla para ingresar en el cuerpo.

Varios personajes van a influir y van a entrar a formar parte de la vida del niño. Pepe "El portugués" es un forastero, aventurero misterioso , que conoce a Nino y le enseña muchas cosas. El chico ve en él un amigo y un modelo en el que le gustaría convertirse, cuando fuera mayor. Pasan tardes en el río conversando y aprendiendo. Pepe le conduce hasta Doña Elena, maestra republicana, junto a ella, descubrirá un mundo nuevo. Doña Elena le va a introducir en el mundo de la lectura, le presta muchos libros de aventuras, entre ellos,  los que más le impactan son los de Julio Verne.

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